De Bessin a Caen,
entre tierra y mar

Este paraje natu­ral en los alre­de­do­res de Cric­que­vi­lle-en-Bessin, con sus bun­kers y su suelo cubier­to de crá­te­res da tes­ti­mo­nio de la vio­len­cia de la bata­lla de junio de 1944.

Esta playa, apo­da­da así por los alia­dos, es sin duda la más emble­má­ti­ca del Día D. De una lon­gi­tud impre­sio­nan­te, se extien­de desde Vier­vi­lle-sur-Mer hasta Colle­vi­lle-sur-Mer. Aquí, el clima en verano siem­pre es agra­da­ble para un baño.

No deje de visi­tar el cemen­te­rio ame­ri­cano que la domina desde arriba. Una cita obligada.

Alé­je­se un poco de la costa y detén­ga­se en el Domai­ne de la Sapi­niè­re. Michel Lega­llois le abre las puer­tas de su bodega situa­da junto a los huer­tos fru­ta­les. Sin duda los más marí­ti­mos de la denominación.

A 10 km de Bayeux, la ciudad de Port-en-Bessin es la capi­tal nor­man­da de la vieira. Sus mue­lles cobran vida al rimo de las mareas y del regre­so de los pes­ca­do­res que des­car­gan su pesca en la lonja.

El encan­to de la anti­gua ciudad medie­val de Bayeux se mani­fies­ta ante todo a través de su famoso tapiz, una obra maes­tra de 69 metros bor­da­da en honor de Gui­ller­mo el Con­quis­ta­dor. Su impre­sio­nan­te cate­dral tam­bién da fe del esplen­dor del Ducado de Nor­man­día. Una posi­ble parada en el « Logis les Rem­parts », una casa de hués­pe­des con un encan­to muy «sidre­ro».

A poca dis­tan­cia de la capi­tal del Bessin, en un ambien­te más bucó­li­co, el Domai­ne de la Fla­gue­rie está abier­to todo el año. El aroma a man­za­nas impreg­na el reco­rri­do de la visita a esta pro­pie­dad fami­liar con cer­ti­fi­ca­ción ecológica.

De camino a Caen, haga una parada gas­tro­nó­mi­ca en la Ferme de Billy. Curio­sa y crea­ti­va, la fami­lia Vau­vrecy sal­va­guar­da con fervor el patri­mo­nio here­da­do de la his­to­ria fami­liar. Gran­des brun­ches los fines de semana y sabro­sos cóc­te­les de calvados para dis­fru­tar en un espa­cio acogedor. 

Ciudad de Gui­ller­mo el Con­quis­ta­dor, el alma de la loca­li­dad, con 1.000 años de his­to­ria a sus espal­das, se escon­de en los barrios anti­guos y en los nume­ro­sos monu­men­tos del centro de la ciudad. Sin olvi­dar su monu­men­to con­me­mo­ra­ti­vo, su puerto depor­ti­vo y los nume­ro­sos bares de la calle Ecu­yè­re donde podrá degus­tar la Embuscade.