De Giverny
al Perche

Este pueblo de encan­to intem­po­ral fue el hogar del pintor-jar­di­ne­ro Claude Monet duran­te más de cua­ren­ta años. Su casa y sus jar­di­nes ilus­tran el alma impre­sio­nis­ta. Su famoso jardín acuá­ti­co, con su puente japo­nés, su estan­que, sus ninfas, sus gli­ci­nias y sus aza­leas, recrean la magia que tanto ins­pi­ró al ilus­tre pintor.

En esta encan­ta­do­ra ciudad nor­man­da se encuen­tran los ves­ti­gios de uno de los pri­me­ros cas­ti­llos de piedra cons­trui­dos hacia el año 1000. Un reco­rri­do a pie ofrece una vista pano­rá­mi­ca de la ciudad, atra­ve­sa­da por el río Eure y reple­ta de com­puer­tas de riego y de moli­nos, tes­ti­gos de su pasado indus­trial. Hay que des­cu­brir Calvados Morin, una de las empre­sas más anti­guas de Nor­man­día, espe­cia­li­za­da en la «crian­za» en sus bode­gas sub­te­rrá­neas del siglo XIX.

¡Viva la des­me­su­ra y el esplen­dor del Siglo de las Luces! En el Parque Natu­ral Regio­nal del Perche, los ves­ti­gios del cas­ti­llo de La Ferté-Vidame y sus sesen­ta hec­tá­reas de parque de estilo fran­cés del siglo XVIII con­for­man un pai­sa­je fas­ci­nan­te car­ga­do de historia.

En la ladera de las coli­nas, cubier­tas de arena color ocre, ama­ri­llo o rosa, de pie­dras cali­zas y de bri­llos, des­cu­bri­rá esta ciudad medie­val con carác­ter, sus calle­jue­las empe­dra­das y sus edi­fi­cios his­tó­ri­cos. Y a pocos minu­tos de allí, la Cave Coopé­ra­ti­ve de Calvados du Perche en Saint-Langis-lès-Mor­tag­ne y La Maison Ferré, una sidre­ría-des­ti­le­ría fami­liar en Com­blot le dan la bien­ve­ni­da previa cita para hacer­le des­cu­brir los sabo­res autén­ti­cos de la región.

Anti­gua capi­tal del Perche, la ciudad medie­val de Bellê­me domina el bosque de Bellê­me y el oeste del Perche. Se puede pasear por la calle Ville Close, flan­quea­da por facha­das de colo­res y vivien­das par­ti­cu­la­res de los siglos XVII, XVIII y XIX. Paraí­so de los bus­ca­do­res de gangas ¡Bellê­me está reple­ta de tien­das de anti­güe­da­des y chamarileros!

Un poco más al sur, la Cidre­rie Tra­di­tion­ne­lle du Perche le da la bien­ve­ni­da en su explo­ta­ción agrí­co­la eco­ló­gi­ca para com­par­tir su arte y su pasión.

Por último, es impres­cin­di­ble hacer una parada en la capi­tal del Perche. En el recin­to del Cas­ti­llo de los condes del Perche, des­cu­bra una atrac­ti­va museo­gra­fía y viaje en el tiempo, desde la Edad Media hasta la Revo­lu­ción francesa.